30 abril, 2005

Tarde

bicla
Llegábamos tarde, como siempre. ¿Tienes las llaves? No encuentro mi cartera... Debería estar aquí, no. Busca y busca y que no aparece. Vamos muy tarde. Pues si no está aquí, tiene que estar en mi oficina. Vete con Ana que yo la voy a buscar con la bici.

Dios da piernas al que no tiene cabeza (mi abuela dixit) y allá me voy, Carretera de sants, Plaza España, Paralelo. A cada pedalada, olvidaba un trozo más del cabreo por haber olvidado la cartera. Finalmente, tuve que admitir que era un paseo muy agradable y entonces, como siempre, empecé a ver: Era el mismo paisaje de cada mañana (sin el jodido sol en la cara), pero con algunos cambios: había mucha gente en la calle, los niños me sacaban la lengua, las mujeres danzaban semidesnudas ritmos orientales y un pakistaní que pasaba con el butano no sabía que pensar de 15 catalanas en medio de la calle en una exhibición de danza del vientre. Llego finalmente a la oficina, saludo a la señora de la limpieza, recojo la cartera y me voy que he quedado con Ana y todavía no sé como acabó su historia.

Sugerencia musical de hoy:
Jorge Drexler: Sea
Beatles: A day in the life

25 abril, 2005

Desaforadamente

Imágenes

Suele decirse que una imagen vale más que mil palabras. No es verdad. Y menos en un ámbito como internet, donde reina la saturación de imágenes. Vibramos en imágenes de televisión, nos imáginamos la vida, compramos por imagen, incluso hay quien dice que nos hicieron a imagen y semejanza de no sé quien.

El hecho es que con estas palabras, quiero expresar mi apoyo a la democracia mexicana. No al desafuero. No al uso político del sistema judicial. No a la hipocresía. Y enorme NO a la tremenda corrupción de la clase política mexicana. Para ello, voy a utilizar las imagenes de la manifestación del pasado domingo en Barcelona, cuando unos pocos salimos a la calle sin temer la resaca ni la amenaza de lluvia, para defender el derecho de los mexicanos a decidir su futuro. Sonriente, Saramago nos acompañó como imagen de la palabra.

21 abril, 2005

Sabado epico

Hay que agradecerle a Ana que no dijera nada hasta el último momento, porque si lo hubiera dicho con tiempo, no creo que lo hubieramos hecho. Y es que ya llevabamos unos cuantos años con la tontería, que si este fin de semana, que si el otro... yo empezaba a pensar que acabaría siendo otro de los planes que jamás armaríamos como irnos de vacaciones a la Cerdanya o a Sant Pol...

En fin, que ayer para mi propia sorpresa conseguimos ir a comer calçots. Espero que los padres de Gilles lo pasaran bien, porque debe ser bastante chocante que el primer día de tus vacaciones en España, unos amigos de tu hijo te lleven al medio de la montaña, te planten un babero y una fuente a rebosar de cebolletas a la brasa. Pero no adelantemos acontecimientos.

Fuímos a comer calçots (no es que quiera dar envidia a nadie, es que todavía no acabo de creerlo). Echamos de menos a Ana, pero supongo que los calçots no son lo más adecuado para ella en estos momentos. Así que a las 11.15 pasamos a buscar a Lola que, muy gentilmente por su parte había renunciado a su visita al mercado de Tortosa para unirse a nosotros. A las 11.45 llegamos a la estación de Gracia de Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya donde nos reunimos con Silvia y Sam. No es necesario incidir en el detalle que esta vez fuímos muy puntuales.
Ya en Sant Cugat, nos encontramos con Jimena, Gilles y los padres de Gilles y, finalmente con Roger, que llegó cariñosamente tarde.

Así pues, emprendimos el camino, cruzamos una parte del bosque y, llegamos. En este momento de nuestra crónica, creo que lo más conveniente será respetar la ausencia de Ana y no narrar aquella hazaña: aquel sabor, aquel color, aquellas fuentes incansables que no dejaban de llegar, las mareas de salsa, los chorretones, baberos, porrones de vino, las fotos, los macarrones, las bandejas de carne, la butifarra, las patatas fritas, el sorbete de limón, la mel i mató, la crema catalana, cafés? no, gracias, mejor carajillo de Bailey’s... y todo en el tiempo record de dos horas y media.

Exhaustos tras la aventura, decidimos volver a la civilización. Lentamente deshicimos el camino. Nadie nos esperaba para cenar, ni siquiera nosotros esperábamos cenar. Los padres de Gilles parecían contentos y no demasiado desconcertados. ¿Qué estarían haciendo Ana y su ortodoncista?

calcotada

13 abril, 2005

Estrenamos

tina

En todo este tiempo mis padres deben haber gastado un montón de dinero en colegios de pago, donde curas estirados y monjas arrugadas me explicaban cómo debía sentarme, caminar, arrodillarme, comer y no sé cuántas cosas más. Como sea, estas son las primeras líneas que escribo en el blog y no tengo ni idea de cómo hacerlo.

Así que empezaremos por las cosas que tengo claras: Soy Víctor Iglesias Pascau. Iglesias como mi padre Antonio, Pascau como mi madre Rosa y Víctor como mi abuelo. Tengo 28 años y vivo (a menudo me limito a sobrevivir) en Barcelona, una ciudad donde la gente no se mira a los ojos y las cosas nunca se dicen por su nombre. Hace tres años y un día, conocí a Paula que me enseñó a crecer, a lavarme los dientes y a apreciar a los gatos.



Sirva esto como bienvenida. Besos para ellas, abrazos para ellos

Víctor

10 abril, 2005

In memoriam R. B.

Ayer fuimos a una conferencia. Un escritor y su editor hablaban de aquel amigo suyo muerto hace pocos años y que dejó aquel libro tan maravilloso por publicar. Tendré que leerlo.

Comentando la conferencia, hemos llegado al metro. Le abrazo, ella me abraza. La beso y me besa, y en ese momento siento una mirada. No es suya. Levanto los ojos para ver que una mujer sonríe al sentir que estoy acariciando su mano en lugar de la de Paula. Apenas podía contener la risa cuand bajó del vagón.

Paula se puso muy roja. Yo me sentí especialmente vivo por un momento.

Víctor

metro