22 mayo, 2005

Recuerdo aquella vez...

Los recuerdos tienen una curiosa manera de asaltarte. Por lo menos los míos: sin previo aviso y sin atender a razones se adueñan de mi cabeza y repaso, sin querer, una tarde de primavera en Madrid viendo la televisión, unos zapatos de mi infancia, un gesto, una botella de vino que abrimos el último curso de carrera o el árbol genealógico de aquella novia que jamás entendió porqué no íbamos a continuar viéndonos. Por el contrario, recordar qué comí ayer o las últimas indicaciones de mi jefa sobre el nuevo rumbo que debe tomar mi departamento me cuesta un esfuerzo digno de una medalla olímpica. Así, cada día que pasa, olvido algo de lo que pasó hace una semana, pero, por el contrario, recuerdo involuntariamente los capítulos cerrados de mi vida. Sí, eso es, son los capítulos cerrados: esos lugares, gentes, fiestas que jamás volverás a ver, que se resisten a morir en la caja del olvido.

Y no es que me parezca mal, pero es tremendamente molesto. ¿Puedo yo ejercer algún tipo de control sobre este mecanismo de mi mente? No. ¿Puedo acallar sus imágenes? No ¿Bajar el volumen de ese inmenso televisor? NO y, por otra parte, ¿Quiero renunciar a todas esas imágenes? NO! el otro día recibí un mail, Lorea me decía que se casa. Increíble, pero cierto, Lorea Lacambra Pampliega se casa el día 22 de octubre con Óscar (no sé ninguno de sus apellidos). Tuve que leer el mail dos o tres veces hasta que conseguí creérmelo: Lorea se casa. Raudos y felices, como el perro que te ayuda a buscar en Windows, aparecieron las imágenes del día que la conocí. Yo llevaba tres meses en Madrid. Estábamos en pleno mes de Diciembre y la ví salir del ascensor de la Calle Toledo 77 como una exhalación. Llevaba un abrigo gris, bufanda y sombrero. No me saludó. No nos conocíamos. La ví y pensé que quería conocerla. Aquel día de mudanza perdí mis llaves y no pude regresar a casa de mis tíos. Así que me encontré en la calle haciendo la mudanza a mi futura casa con una gente a la que no conocía y con la que pasaría mucho tiempo en los siguientes dos años. Aquel día me presentaron a Lorea. Olvidé el nombre instantáneamente.

05 mayo, 2005

Ideal parejas

Víctor vive en Barcelona. Víctor busca piso. Victor busca piso en Barcelona.
Víctor nació en Huesca. Víctor creció en Sants. Víctor busca piso en Sants.
Victor quiere a Paula. Victor vive con Paula. Victor busca piso en Barcelona para vivir con Paula.
Paula adora a su gata. Paula quiere vivir con su gata. Víctor busca piso en Barcelona para vivir con Paula y su gata.
Victor trabaja cada día. Víctor intenta ahorrar todos los días. Víctor consigue una hipoteca irrisoria a cambio de una pequeña fortuna mensual.
Paula trabaja más que Víctor. Paula cobra menos que Víctor. Paula y Víctor no consiguen dinero suficiente para comprar un piso en Barcelona donde vivir con su gata.
Víctor sabe que hoy los pisos son caros. Victor está convencido que mañana los pisos serán infinitamente más caros. Víctor no sabe donde encontrar dinero para comprar un lugar donde vivir con su gata en Barcelona.
Víctor y Paula buscan un piso más pequeño. Paula y Víctor buscan un piso en peor estado. Paula y Víctor ven que jamás de los jamases conseguirán reunir el mínimo de dinero imprescindible para comprar un piso en Barcelona.
Víctor piensa en los santos del paraiso a cada momento. Víctor se acuerda de la madre del fundador de las agencias inmobiliarias a todas horas. Víctor se va a un concierto esta noche con sus amigos para olvidarse de todo (hasta de su gata) por un ratito.
Paula mira el calendario. Víctor se rasca la cabeza. Esto es sólo el inicio. Hace apenas una semana que empezamos a buscar un piso en Sants para vivir juntos con una gata y parece que haya pasado un año, o un mes, o una eternidad.

Continuará