14 abril, 2007

Hombres que aman demasiado

Buceando por ahí, después de ayudar a mi compañera a teñirse el pelo, me he topado con este texto en heterodoxia.net. Ojo! lo firma una mujer.

Las librerías están abarrotadas de ensayos sobre los conflictos de la mujer. Es como si nosotras mismas quisiéramos recordar lo mucho que sufrimos y cuán víctimas somos. Mujeres de mi generación, urbanas y autosuficientes, minimizamos nuestros logros y revalorizamos nuestros problemas. Nos culpamos por nuestros placeres y nos bendecimos por nuestras miserias. He ahí, sin embargo, un mundo de jóvenes varones que se comen su marrón aunque no escriban una línea sobre el tema. ¿Que se lo comen por su propia culpa? Desde luego. Si construyes una sociedad de víctimas y verdugos con un orinal por eje, es imposible que no te salpique la mierda. Especialmente cuando las víctimas se hartan de su rol y se compran, que ya se puede, otro papel para el gran guiñol.

Entre las cosas más políticamente incorrectas que una mujer puede publicar está esta: me gustan los hombres. Hasta hace poco, tal frase podía suponerle a una mujer algo aún peor de lo que ahora le supone. Pero nos interesan demasiado como hombres e incluso como personas, como para ignorar sus problemas y arrogarles en la película, constantemente y por sistema, el papel de bellacos y gilipollas. Que lo son, sin duda, además de cobardes, narcisistas y ególatras. Dicho lo cual, se puede pasar a afirmar tranquilamente que aunque a simple vista, e incluso en su fondo, no lo parezcan, son seres humanos que, además del poder, tienen cosas como: conflictos, complejos, miedos, dudas, culpas y dolores varios en el vientre, el ego y la cabeza. No sé cómo viven su ya menguada gloria los varones de los años sesenta hacia atrás pero hay un alto porcentaje de treintañeros urbanos que te cuentan unas cosas y unas historias, que desahogan unos males y unas heridas que una creía que sólo le pasaban a la cerillera del cuento.

No me voy a poner a idealizar a los tíos ni a echarme ceniza porque se les rompa alguna uña en el proceso de cambio. Ni a pasarles la maternal palma por la espalda y a decir 'cómo sufres. ¿te llevo sopa?'. Simplemente exponer que hace falta un esfuerzo de reflexión y de letra impresa sobre los conflictos de estos seres que están perdiendo el control de la cacerola y aún dudan entre pelearse por él o aplicarse directamente al cocido. Toda esta autoexploración femenina es estupenda, además de necesaria. Pero aunque sólo sea por propio orgullo femenino, y por valorar nuestras conquistas y logros, no vendría mal echarle al mercado unos cuantos ensayos sobre esos seres llamados hombres con quienes, cuando son física y moralmente majos, da gusto pasar el rato.

Percy Sledge.- When a Man Loves a Woman
Karen Dalton.- Something on your mind
Eric Clapton.- Have You Ever Loved A Woman

1 Comments:

At 5:50 p. m., Anonymous Anónimo said...

ole

Besicos maños, fato! jijijiji

 

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