Gorras

Hacía frío y me arrepentí de haberle dicho a mi madre que me cortara el pelo tan corto. El frío tan frío y el pelo tan poco. Necesitaba una gorra. La pareja de chicas amorosas me quisieron acompañar y con ellas me fui. Hacía viento y llegamos al "Rey de las gorras".
Las chicas amorosas se reían del viento y de mi frío, pero no me importó.
-Qué tallas tiene?
-de la 54 a la 60
-cuál será la mía?
-la 59
las chicas amorosas siguieron riendo de la extensión de mi frío y de mi poco pelo. tampoco me importó.
Pedí mi gorra, de lana, para mí. La 59.
Me la coloqué y perdí el frío. Era perfecta. cincuentaynuevemente perfecta.
Me reí con las chicas. No puedo luchar contra la precisa ciencia cefalométrica de una vendedora de gorras. Pagué y nos fuimos.